domingo, 4 de noviembre de 2007

otra pequeña historia

Muchos españoles y españolas tienen en su pequeño baul de los recuerdos historias que contar.
Son pequeños desgarros del alma que gracias a la ley de la memoria pueden reparar y hacer su vida un poquito mas amable .
Porque hay muchas familias que se han encargado de rastrear los vericuetos de la historia en busca de la pista de un ser querido, y han conseguido dignificar el recuerdo de los que se perdieron en la guerra rodeados de soledad y olvido.
Esta es una de las miles de historias que nos podemos encontrar en cualquier lugar de nuestra maltratada geografia.
La historia de Delfino Suárez Alonso, vecino de Piñeres de Aller, se remonta a los días de lucha en el Ejército republicano durante la guerra civil. Con la caída de Asturias, en 1937, Delfino se organizó junto con su hermano Ramón y otros compañeros en una guerrilla que operaba desde los montes de Aller. En noviembre de 1937 el grupo de republicanos se encontraba en los montes del Rasón cuando, al amanecer, y tras una emboscada de un grupo de falangistas, dos de los integrantes de la guerrilla fueron asesinados y sus mujeres llevadas presas. El resto, los que tuvieron la suerte de salvarse, se diseminaron y se ocultaron en las montañas. Entre ellos se encontraban Delfino y su hermano Ramón, que permanecieron durante meses refugiados en las cercanías de Piñeres, cambiando constantemente el lugar de su escondite, esquivando los controles y soportando las noticias sobre las torturas que sufría su familia por no querer delatar su paradero, tal y como relata Carmen Suárez. El 5 de septiembre de 1938 los huidos iniciaron su fuga rumbo a Francia, acompañados por Argentina Rodríguez Trapiella, una joven de 24 años y vecina de Piñeres que también sufría persecución por haber colaborado en el economato del Comité de Abastos del pueblo. Tras varios días de viaje retrasados por el mal tiempo, el grupo llegó a la localidad leonesa de Soto de Valdeón, donde tuvo lugar uno de los episodios que marcarían el destino de los fugados. Los republicanos se encontraron con los falangistas del lugar y Argentina fue herida en el muslo derecho. Según los datos recopilados por la nieta de Delfino, permanecieron escondidos hasta las ocho de la tarde y, con dificultades, consiguieron llegar hasta el puerto de Jover.
Un pastor que cuidaba ovejas en la zona se negó ayudarles y les recomendó que siguieran camino hasta el puerto de Dobres. El mismo pastor sería el encargado de alertar de la presencia de los fugados a los falangistas de Posada de Valdeón, y al día siguiente Delfino y Argentina amanecerían rodeados de hombres armados. Delfino huyó monte abajo, pero los tiros lo alcanzaron en el cuello. Sus captores lo remataron a culatazos y fue enterrado en la «majadica» de Dobres. Su compañera sufrió peor suerte, herida y con una agonía alargada por una noche de violaciones en los bajos del Ayuntamiento de Posada. Al día siguiente fue asesinada y enterrada en un bosquecillo en el alto de Panderruedas.
El pasado 7 de octubre Carmen Suarez,( su nieta) se desplazó a Valdeón junto con la Asociación Pozo Grajero para colocar dos placas en recuerdo de las víctimas del franquismo. Una, para su abuelo Delfino, y otra, para una joven que le acompañó en su huida truncada por los montes entre Asturias y León. En estos actos también participaron miembros de las asociaciones de la memoria histórica asturianas «Frente Norte» y «Todos los Nombres», con el espíritu de mantener intactos los trozos de tierra en que reposan estas personas, porque «se han convertido en espacios para la dignidad». Así, Delfino sigue descansando en las alturas, después de haber sido fusilado tras una penosa persecución que ha reconstruido minuciosamente su nieta, indagando en archivos, entrevistándose con vecinos y topándose a veces con la muralla del olvido.
Noticia completa, aqui

8 comentarios:

Duende Crítico dijo...

Es desgarradora esta historia. Lee un libro muy emotivo sobre los maquis: "Luna de Lobos" de Julio Llamazares (el de IU no jejeje).

Saludos.

RGAlmazán dijo...

Tremenda historia. Todos conocemos alguna más o menos cercana. Buena recomendación de duende crítico. Yo añadiría otra, ver la película de Gutierrez Aragón: "El corazón del bosque". Estupenda y aleccionadora.

Salud y República

El Lobo Estepario dijo...

Bonita y emotiva historia amigo, esto me hace preguntarme si por querer conocer esta y otras miles de historias como ella, me hace ser un revanchista o un guerra civilista, se dice que el pasado nos sirve para aprender a no cometer los mismos errores, ¿por qué algunos se niegan sistemáticamente a recordar la historia de España?

Qué hay de malo que unos familiares quieran saber donde están enterrados los restos de sus familiares, ¿qué daño se hace con ello?... cuanta cabeza podrida de odio sigue habiendo en este país.

Blanca dijo...

Puedo llegar a comprender, haciendo un gran esfuerzo de voluntad, es cierto, que en una guerra civil haya muertes en numerosas refriegas... pero lo que jamás podré entender es la psicología de los traidores, de los delatores... de los que España estuvo llena. ¿Cómo podrían vivir luego con su conciencia? bueno, haciendo lo que hicieron es seguro que no la tenían...

Freia dijo...

Ante historias como ésta no hay mucho más que añadir. Explican por sí solas la angustia de la persecución, la sinrazón de la violencia y el horror del hecho mismo de traicionar.
¿Por qué se empeñan en no dejar que cada uno recupere a sus muertos y les dé el descanso y el honor que les quitaron? No es tan difícil. No cuesta tanto.
Otra recomendación: "Los girasoles ciegos" de Alberto Méndez. Lo leí hace algo más de un año y me impresionó (creo que José Luis Cuerda está ahora rodando la peli).
Un saludo,

mjfranco dijo...

En el entorno rural donde vivo aún de vez encuando se podemos disfrutar, aunque cada vez menos, de esas tertulias alrededor de una chimenea donde los mayores cuentan sus historias.
La tremenda historia que cuentas es muy parecida a la que contaba una vieja amiga sobre su padre delatado y fusilado durante la guerra civil, el hambre y las penas que pasaron después su madre y sus hermanos para poder sobrevivir en el pueblo, señalados y despreciados por los demás.
Hasta aquí podria ser una tremenda historia más de las muchas que hay en toda España, lo tremendo viene ahora.
Es tal el grado de terror que sufren algunos todavía que ni siquiera quieren hablarlo en público o reclamar a sus muertos.
Mi amiga tiene 77 años y esto me lo contó hace dos, ella sabe donde está su padre (en la carretera de Aljucén en una cuneta junto con otros hombres de la comarca)Yo le propuso que nos pusieramos en contacto con la Asociaciación para la recuperación de la memoria histórica y quizá podrían ayudarnos a recuperar sus restos. pensé que le haría ilusión pero fué tal el pánico que provoqué en ella qu me arrepentí siquiera de haberlo mencionado. ¡Eso no puedo hacerlo! decía, ¡volverán a restregarme cosas en la cara y no me mirarán de frente!
Pude yo por mi cuenta haber hecho algo pero por respeto a ella no quise tomar esa determinación.
¡¡Esto es lo tremendo!!
que aún tantos años después siga existiendo miedo.
No podemos imaginarnos lo que tendrían que soportar esa pobre gente.
Necesitan de todo nuestro respeto.

Paco dijo...

Estas historias no deben caer en el olvido. Dentro de poco ya no quedará nadie que pueda afirmar haber vivido tan cruenta época, como fue la Guerra Civil.

animalpolítico dijo...

Gracias por traernos una historia que nos acerca el sufrimiento gratuito. Y nos ayuda a entender de dónde venimos.

Un abrazo