Mientras algunos sectores político-sociales insisten en que la Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil o la dictadura , también conocida como de la Memoria Histórica, está sirviendo para "reabrir y hurgar en las heridas", hay familias que, con o sin ley, aún siguen teniendo recuerdos sin cicatrizar. La Guerra (Civil Española) truncó la vida de miles de niños de ambos bandos que, décadas después, siguen recordando el horror del pasado. Tras 40 años de Dictadura y enaltecimiento del bando ganador, y de una Transición asentada en el olvido, esta ley ha llegado como un revulsivo dispuesto a reordenar la historia y desenterrar a los muertos del lado oscuro de la contienda.
Rodolfo Rodríguez es licenciado en Química. Vive en Montilla, pero nació hace 74 años en Villalba del Alcor (Huelva). El bando nacional le arrebató a su padre cuando tenía tres años. "Mi padre era tabernero, hijo de agricultores, pero fue un autodidacta que, a base de leer, consiguió una formación digna de un catedrático", recuerda Rodolfo. "Fue fundador de la Casa del Pueblo en Morón de la Frontera y cuando estalló la guerra lo detuvieron y lo torturaron durante tres días antes de fusilarlo". Su madre se quedó sola con cinco hijos, uno de los cuales moriría también de un tiro de un fusil junto a mi tío. "Mi hermana Agueda fue apresada y pasó más de 8 años en una cárcel franquista, donde sufrió calamidades". Otro hermano moriría de tuberculosis en un cuartel al ser reclutado "a pesar de que era evidente que estaba muy enfermo". Fruto de esa infancia, plagada de muertes, hambre e inseguridad, Rodolfo sufre depresión. "Ya no se puede hacer justicia, nadie me va a devolver a mi familia, pero me gustaría enterrar a mi padre y mi hermano".
El egabrense Raimundo García también es hijo de la guerra. Nacido en una familia de panaderos, ha vivido más de treinta años en Holanda, desde donde militó en el Partido Socialista y fue secretario general de UGT. "Mi padre fue fusilado dos veces en el mismo día. La primera vez no le dieron el tiro de gracia y se escapó, pero lo volvieron a coger, medio muerto, y lo mataron. Aún conservo la ropa que llevaba. Yo tenía 6 años". Tras regresar de Holanda, pidió una máquina al alcalde de Monturque para excavar en busca de los restos de su progenitor. No fue posible. "Sacamos cinco camiones de tierra, pero no hubo forma de encontrar nada.
La memoria de Marina Pintor, de Fernán Núñez, está intacta. "Mi padre era presidente del PSOE en mi pueblo. Cuando estalló la guerra él se quedó aquí, durante algún tiempo oculto en un cortijo, hasta que decidió volver a casa. El 15 de agosto de 1936, durante una manifestación de los nacionales, fue apresado y llevado al cuartel". Cuando la madre de Marina fue a llevarle el desayuno, su marido ya no estaba. "Fue fusilado en Aguilar junto con a otras 17 personas, entre ellas, una mujer embarazada, pero hasta 40 años más tarde no supimos que nunca podríamos recuperar sus cuerpos". Un falangista que fue testigo de la escena contó a la familia que "fueron todos quemados". Ella tenía 9 años. Con voz pausada, es capaz de reconstruir momentos como si los viera en una película. "Antes de la guerra, mi padre era conductor de dos coches de servicio, pero después ya no hubo nadie que se encargara del negocio, pasamos muchas fatigas, no teníamos ni un mendruguito de pan que echarnos a la boca, yo empecé a servir hasta que con 19 años entré a trabajar en la fábrica de galletas hasta que me casé". Después de 70 años del horror (está a punto de cumplir 81), "todavía duele mucho recordar, esto no se puede olvidar en la vida y hoy, después de hablar contigo, ya sé que esta noche no voy a dormir", asegura con los ojos empapados.
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4 comentarios:
Por humanidad, que no se opongan a recuperar a los tirados en cunetas y darles un homenaje.
Al pan pan y al vino vino, muy bien el obispo Blazquez, que cunda el ejemplo.
Un abrazo, navegante.
Querido amigo,aunque estoy en parte de acuerdo contigo,en el tema de Blazquez hay luces y sombras,solo han publicado parte de su discurso,(la parte que interesa a ciertos politicos).
Si puedes,leete el discurso entero,y veras que lo de pedir perdon se queda "un poquito corto".
Pero en fin,por algo se empieza.
Un abrazo
Creo que Blázquez, como buen clérigo del norte, pretende navegar entre dos aguas sin mojarse demasiados. Si no está de acuerdo con los postulados de la conferencia que él mismo representa, que dimita. A más es un cobardica hipócrita, pretende que los españoles pasen pagina mientras él santifica a sus “mártires”.
Salud y República
Además no se trata de recomponer la memoria de uno de los bandos, sino el de reconocer los fallos del pasado para no volverlos a repetir. Todo esto consiste en devolvernos dignidad.
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