jueves, 14 de diciembre de 2006

Sentimientos

Quienes me conocen saben de mis gustos periodisticos,Enric Sopena no entraba en ellos.
Pero hoy he leido un articulo suyo que me ha tocado la fibra,su titulo:
¡Bravo, María José! Hace unos años, cuando Pinochet estaba retenido en Londres, Aznar incitaba a los fiscales Cardenal y Fungairiño para que impidieran legalmente que el general asesino fuera juzgado en España, tal como pretendía el juez Garzón. El Gobierno de Tony Blair completó tan lamentable tarea, de modo que el dictador sanguinario y corrupto acabó regresando sano y salvo a Chile. En aquellos días de esperanza para millones de demócratas de todo el mundo, en las calles de Santiago de Chile los seguidores del tirano quemaban banderas españolas como protesta por el intento de sentar a Pinochet en el banquillo de los acusados. Muchos nos sentimos en aquellos momentos enormemente orgullosos de nuestra enseña constitucional. Que la bandera de la democracia española fuera ultrajada por los fascistas chilenos, o por los colaboracionistas del militar golpista que traicionó al presidente Allende, nos hizo evocar otro de los gritos más repetidos en la transición, cuando en sus recitales Raimon cantaba Et recordo Amanda, en homenaje a Víctor Jara: “!Pinochet, asesino, Pinochet, asesino...!” Ayer, esos mismos fascistas chillaron en Santiago: “!Españoles, hijos de puta!”. De nuevo, aquí en España, muchos volvimos a vanagloriarnos de nuestra condición de españoles. Con Franco nos avergonzábamos. Desde la reinstauración de las libertades, España se ha convertido en un admirable referente democrático. Como, por cierto, lo es otra vez -desde hace casi dos décadas- la República de Chile. Los ladridos de los energúmenos cavernarios nos reconfortan. Seguimos en España circulando por el buen camino. Ayer los fascistas agredieron a María José Ramudo, enviada especial de TVE a Chile con motivo de la muerte del dictador. La agredieron en vivo y en directo, mientras nuestra compañera daba una impecable lección de periodismo. Y de entereza cívica. TVE ha cumplido cincuenta años. Las mejores velas de ese cumpleaños las ha puesto nuestra querida colega. Nunca se apagarán las luces que María José Ramudo encendió en Santiago de Chile. Los fascistas odian la luz, aman las tinieblas. Ellos abroncaban a Ramudo, le lanzaban objetos, le arrebataban el micrófono. Si Pinochet siguiera habitando -o profanando para ser exactos- el palacio de la Moneda, su policía habría detenido a la periodista. Pero Ramudo continuó hablando. Frente a los matones pinochetistas, nos quedará siempre la palabra. Como ha cantado en tantas ocasiones Paco Ibáñez, citando los versos de Blas de Otero: "Nos queda la palabra". En la televisión pública, en TVE, sonaron nítidas, a pesar de los fascistas, las palabras de Ramudo. ¡Bravo, María José!.
Bravo,Enric.con estas palabras has conseguido que vuelva a estar orgulloso de ser español y democrata,aun sabiendo que aqui tambien tenemos cavernicolas.

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