lunes, 10 de marzo de 2008

La guerra de los idealistas

Voy a viajar un poco al pasado. Esta entrada la tenia que haber publicado en diciembre,pero.... Tengo guardadas algunas que merecen la pena,el resto las haré desaparecer,espero que os guste. Cuando las tropas victoriosas de Franco entraron en Barcelona, por la Diagonal, en enero de 1939, en el automóvil de los corresponsales de guerra viajaba un inglés larguirucho llamado Harold Philby que escribía para The Times. Un año antes, el Generalísimo le había condecorado como superviviente, con heridas leves, de un bombardeo republicano en Teruel en el que murieron otros cuatro reporteros. Kim Philby era ya entonces espía de la Unión Soviética, comunista camuflado desde sus tiempos de estudiante aventajado en Cambridge junto con Anthony Burgess, luego asesor de arte de la reina Isabel.Philby, cuyo doble juego tardaría aún 30 años en descubrirse en uno de los escándalos políticos más sensacionales del siglo XX, sabía que el periodismo era en su país la antesala del Foreing Office. Y del acceso a los documentos con el membrete Top Secret.Espías, aventureros, idealistas y reporteros de raza, la guerra de España (1936-1939) atrajo a numerosos cronistas. Obedeciendo a la consigna del "Ve y cuéntalo", los corresponsales de guerra se jugaron el tipo para que la prensa internacional se ocupara de un conflicto cuyas causas iban a extenderse por Europa.

En la foto el sovietico Mijail Koltsov,(con gafas) y el cámara Roman Karmen durante la guerra civil

A España vinieron casi todos, con el escritor Ernest Hemingway, el mejor pagado, a la cabeza. Instalado en la habitación 109 del Hotel Florida de Madrid, el autor de Por quién doblan las campanas enviaba a EEUU crónicas hermosas --incomparable la del bombardeo franquista de Tortosa-- favorables a la República mientras mantenía un idilio extra conyugal con Martha Gelhorn, quien sería su tercera esposa. Hemingway no caía muy bien, pero era generoso con su provisión de whisky y tabaco.En cuanto a Gelhorn, parecía condenada a escribir crónicas sobre cremas de belleza para Vogue. Pero en España se convirtió en una excelente reportera, igual que Virginia Cowles, enviada del New York Times, que arrancó a un mando franquista la confirmación de la masacre de Gernika --"la bombardeamos y bueno, ¿por qué no?"-- tras haber sido tratada con desdén por sus colegas masculinos a causa de sus brazaletes y sus zapatos de tacón. Otra mujer, Gerda Taro, compañera de Robert Capa (seudónimos ambos de apellidos judíos centro europeos), murió tras chocar su coche con un tanque después de jugarse la vida cámara al hombro.Bombardeo alemán A aquellos periodistas que cuidaban más su máquina Remington que su propio pellejo y que se peleaban por una línea de teléfono hay que agradecerles que contaran la verdad. George L.Steer, del Times, llegó a Gernika poco después del bombardeo alemán y envió un relato certero y riguroso de la tragedia, negada siempre por el bando franquista. Steer dejó el periodismo y murió en la segunda guerra mundial, en 1944, luchando contra los japoneses. Jay Allen, del Chicago Tribune, contó al mundo la escalofriante matanza de 4.000 personas en la plaza de toros de Badajoz, City of horrors, como la llamaba en su crónica, que olía a sangre.George Orwell llegó a España para escribir artículos, pero se alistó en Barcelona, fue herido y tuvo que escapar del cerco estalinista a los poumistas. Su Homenaje a Catalunya es una vacuna contra el totalitarismo. Mijail Koltsov, alias Los ojos de Stalin, otro bregado periodista, era en teoría corresponsal del Pravda, pero participó en más de una decisión de Estado Mayor de la República. Cuando volvió a Rusia, fue fusilado en 1942 en una de las purgas de su antiguo jefe. Otros reporteros tomaron partido. Jim Lardner llegó como enviado del Herald Tribune pero se enroló en las Brigadas Internacionales y desapareció en combate.El francés Louis Delaprée, del Paris Soir, murió tras ser abatido su avión cuando sobrevolaba el frente. Dejó un mensaje donde se quejaba amargamente de los artículos que no le publicaban: "La masacre de cientos de niños españoles es menos interesante que un suspiro de Mrs Simpson", la amante del pro nazi Eduardo VII. Articulo sacado de El periódico. Otro día hablaremos sobre sobre Harold Philby,pues su historia es muy jugosa y con muchos claroscuros.

3 comentarios:

Gracchus Babeuf dijo...

Borra a jojosho, que es un virus.

Anónimo dijo...

Muy ameno de leer y muy documentado.
Felicidades

Naveganterojo dijo...

Geacias don gracchus,ya me lo colo el otro dia,kenos mal que lo pude sacar del ordenata a tiempo.