viernes, 29 de diciembre de 2006

¿Olvidar o Recordar?

Acaba un año en el que se ha comenzado a bucear en el pasado,un pasado que a unos duele y a otros asusta. La tan cacareada Ley de la Memoria Histórica,que a muchos nos ha obligado a echar la vista atrás,a recordar historias de nuestros padres y abuelos,historias de miedos,de hambre,de dolor.. Por eso me he decidido a escribir un poco sobre el tema,por que quien olvida los errores del pasado esta condenado a repetirlos. Estos días hay dos procesos políticos en marcha, disociados en la teoría, pero que tienen mucho en común. El llamado “proceso de paz” de Euskadi y la tramitación de la Ley de la Memoria Histórica. Todo hombre de bien desea la paz. Sin duda eso forma parte de la “pequeña” ética que, según Noam Chomsky, poseemos al nacer, de modo que quien desee una confrontación armada nunca lo expresará claramente, sino que acudirá a la mentira dialéctica, tan socorrida hoy en día, de “hacer la guerra para buscar la paz”. No le importará asesinar a miles de humanos, por ejemplo, para obtener sus riquezas naturales, como sucede con el petróleo, pero lo hará utilizando eslóganes paradójicos tales como “intervención militar humanitaria”, “destrucción de armas de destrucción masiva” o “guerra total contra el terrorismo”. Pues bien, la derecha española representada por el Partido Popular y su corifea, la Asociación de Víctimas del Terrorismo, incapaz de defender sus posiciones con sinceridad, utiliza diversas estrategias propagandistas: que se trata de “una rendición del Estado”, que “los terroristas ganan”... Pero sobre todo se moviliza constantemente afirmando que “el proceso de paz es un desprecio a las víctimas”. Es perfectamente humano y comprensible que las víctimas de los atentados de ETA atesoren odio y venganza contra quien asesinó a un familiar suyo o contra quienes les causaron lesiones u otros tipo de sufrimiento, pero no entiendo qué tiene que ver eso con el proceso de paz, proceso que es, o debería ser, un proceso eminentemente político. En cambio, la derecha se enroca: no podemos tener paz ya que de otra forma se atentaría contra la memoria de las víctimas. Es entonces cuando recuerdo la tan cacareada como ejemplar “transición española” y el proyecto de Ley de Memoria histórica. El franquismo fue un régimen fascista y criminal que se alzó por las armas contra un estado democrático y de derecho. Franco y los franquistas no sólo cometieron actos terroristas, sino que fueron más allá, causaron un auténtico genocidio en gran parte de su propia población, mediante bombardeos de núcleos de población civil, ejecuciones extrajudiciales, ejecuciones ordenadas por unos simulacros de tribunales, prisiones insalubres que causaron la muerte de gran parte de los prisiones, exilio, torturas La siguiente "memoria" esta copiada del blog de Alva y Alvaro,(gracias por vuestro permiso). http://alvarosinalba.blogspot.com/ Angelines tiene 89 años. Y una memoria de cojones. Durante muchos años, cuando sus nietos la preguntaban donde estaba enterrado el abuelo Antonio, ella se llevaba las manos al pecho y contestaba: "Aquí, aquí dentro". Y les hablaba de sus ojos de un verde imposible, aquellos que la conquistaron mientras no dejaban de observarla desde todas las esquinas del pueblo, aquellos que la miraron, haciéndola temblar de pies a cabeza cuando la pidió que se casarán y la regalo una figurita de la Virgen de Montebajo que había tallado para ella, y le dijo que había comprado para ellos la casa de la ladera norte con aquel huerto tan bonito.Y entonces enseñaba a sus nietos la Virgen para que la desgasten un poco más, por que ella lo que quiere es contar de nuevo su historia. Contarles como a su abuelo se lo llevaron una noche del calor de su cuerpo el odio y la venganza, el frío y el rencor, y le metieron cuatro balas en el cuerpo con esos mismos nombres. Les contaba como tuvo que irse del pueblo de la misma manera cortante como se fue la risa de sus labios, con sus dos hijos y un saco mal cosido, y una Virgen de Montebajo aferrada entre sus manos. Y los nietos la escuchaban una y otra vez, porque cada vez añadía una historia más, de sus años en la capital sirviendo a Señoritos de manos y trajes limpios y manos sucias, de ahorros imposibles, de noches solitarias cosiendo para poder volver al pueblo.Y les contaba como logró volver, y recuperar su casa en la ladera norte, y abrir todas las ventanas y que entrase el aire y la risa, y comenzar a plantar de nuevo el huerto, y dejar a la Virgen en la repisa de la cocina. Ahora la vuelven a preguntar donde está enterrado el abuelo. Y ella vuelve a agarrarse el pecho, y a contestarles que allí dentro. Y cuando se van vuelve a recordar aquella noche, los kilómetros andando entre el miedo y la oscuridad, con el cuerpo de su Antonio robado de la fosa en un despiste del Guardia Civil que esperaba a la blanca cal que intentaría oscurecer todas las memorias. Y como lo arrastró durante horas hacía aquel huerto suyo, y lo enterró allí con las manos cruzadas sobre el pecho, y le dio un último beso, para luego huir con los hijos, la virgen y aquel saco. Y no le contara a nadie como lloró cuando tomó el primer fruto de aquel huerto, al volver al pueblo. Y cómo le supo a gloria, a ojos verdes, a esquinas de besos furtivos. Y aquel día se agarró el pecho, llorando. Y enterró por segunda vez a su Antonio, allí, allí dentro.Y conservó, para siempre, una Virgen y una memoria de cojones. Esta memoria es la que tenemos que enseñar,para que jamas se repita.

1 comentario:

Duende Crítico dijo...

Precioso el relato, sí señor.

Respecto a lo del "proceso" y demás pues resulta que no es ni tan bueno ni tan malo. Está en un punto intermedio donde los terroristas deben dar el primer paso para acabar con la violencia.