jueves, 4 de enero de 2007

Olvidar o recordar.-III

El dolor no tiene fecha de caducidad,y recuperar los restos de las personas asesinadas es tan importante para muchos españoles como el respirar.
Ellos fueron tan ciudadanos como los otros,pero cometieron el error de perder la guerra.
La Guerra Civil no ha terminado.
QUEDAN por enterrar las más de 35.000 personas que, asesinadas por el bando nacional, siguen desaparecidas en fosas comunes.
De las zanjas han asomado los primeros huesos y las últimas lágrimas.
Las excavaciones comenzaron el lunes en Piedrafita de Babia, León, en una fosa con 37 milicianos.
El reloj de la arqueóloga Mari Luz González marcaba las seis y media de la tarde cuando, el miércoles, la tierra abierta dejó entrever el primer hueso, un fémur. La huella de una sangrienta historia ocurrida 65 años atrás hizo temblar las piernas de quienes se arremolinaban alrededor de la fosa excavada en Piedrafita de Babia, en León.
La gente, venida alguna de lejos, enmudeció para empezar a escribir, en sus adentros, el epílogo de una vieja guerra sin fin. Que tras el 39 sólo llegó la victoria. A Manuel Pérez, el gallego que busca a su padre, un escalofrío le recorrió la espalda de abajo a arriba. A su lado, Isabel González Losada, con dos deudos -hermano y cuñado- bajo la tierra que pisaba, derramaba lágrimas sobre el hombro del veterano brigadista francés Theo Francos, que ha querido volver ahora a España.
Tantos años pasados y la anciana sin olvidar aquellas malévolas palabras con las que el cura del pueblo quiso sepultar malamente la memoria de los 37 republicanos ejecutados a las bravas en noviembre de 1937. «Si serán demonios esos rojos que ni la tierra los quiere», sermoneó cuando un vecino anunció que su mascota, de manera casual, había desenterrado junto a la carretera lo que parecía un cuerpo humano..Cuando lo del perro, allá por 1937, sólo hubo más tierra para los fusilados. Ahora, en aquel mismo lugar olvidado la memoria asomaba con la desnudez de una osamenta. Asunción Álvarez, pelo blanco y traje negro, se tapaba la boca para callar el dolor que nunca, en sus 87 años de vida, mostró en público por sus hermanos Porfirio y Joaquín. También acudió raudo a la zanja el paisano Alejo Ordás. Él busca a su bisabuelo, un asturiano que cuando la Guerra Civil era sastre en Asturias pero que con frecuencia cruzaba los montes de León para trabajar en las comarcas de Villablino y el Bierzo. ¿Era quizá suya aquella calavera que empezaba a emerger?Hasta este rincón fronterizo del Bierzo está llegando gente de toda España. De Galicia. De Asturias... Dispuestos todos a limpiar de telarañas la memoria de los otros caídos, los que nunca ocuparon panteones.. Tras organizar la primera identificación por ADN de víctimas de la guerra rescatados en Priaranza, el foro por la memoria y el periodista Emilio Silva, nieto de fusilado, están empeñados en que España busque a sus desaparecidos. Estiman que más de 35.000 personas siguen en fosas ilegales abiertas hace más de seis décadas en caminos y cunetas. En el Bierzo, el pueblo supo dar con una sentencia para explicar lo que a todos resulta inexplicable cuando ocurre lejos (Yugoslavia, Chile...): «Más muertos fuera que dentro del cementerio».
LAS ABUELAS DOLOR:
Isabel González y Asunción Álvarez se han convertido en las dolientes abuelas de la fosa de Piedrafita. Tienen enterrados allí a cuatro familiares.«Los quiero tener en el cementerio, el único lugar donde no hay bandos», repite Isabel. Tiene 85 años y a dos parientes en la fosa: su hermano Eduardo y su cuñado Francisco. Desde 1947, cuando supo del lugar de enterramiento, es habitual verla merodear con su luto por la zona. La localización de la tumba se la mostró Asunción, con quien estos días comparte lágrimas y silencios emocionados. Encanecida por sus 87 años, Asunción confía también en rescatar de la tierra a sus hermanos Porfirio y Joaquín. El martes, al aparecer el primer hueso, contaba con la voz entrecortada cómo las malas lenguas se habían maleado durante años con su madre, la difunta Carmen: «De qué le habrá servido», decían, «tanto rezar y tanto ir a misa si ha terminado con sus hijos varones asesinados en una cuneta». Sacarlos de allí se convirtió en la meta de la vida de Asunción, vecina de Palacios de Sil, donde la calle principal sigue llamándose Francisco Franco. La mujer pintó un mapa para que, aunque ella muriera, alguien en un futuro rescatara a sus parientes y les diera un entierro digno.
Extraido de "cronicas,30 de junio de 2002"

4 comentarios:

Duende Crítico dijo...

Me encanta una canción al respecto de Guerra que habla de "los huesos".

Anhelemos que se vuelva la dignidad a estas víctimas del fanatismo.

Alvaro dijo...

Hay cosas que no pueden repararse, pero cuanto más nos acerquemos a hacerlo, mucho mejor.

Saludos y feliz 2007

Anónimo dijo...

Naveganterojo, permíteme insertar esta dirección para los que gusten de conocer las canciones que se cantaba en aquella guerra incivil, producto de un golpe de estado fascista, que sumió a este maravilloso país en las catacumbas reaccionarias.

Que lo disfrutéis:


http://personales.ya.com/altavoz/canciones.htm


Salud.

Naveganterojo dijo...

Amigo ciudadano,he agregado a favoritos la pagina que me has recomendado,es FANTASTICA.
Muchisimas gracias.